18.11.10
Como no sé muy bien cómo puedo empezar esta historia,
empezaré por hablar un poco de mí y de mi vida, no es demasiado interesante pero les ayudará a comprender la historia que
quiero relatar más adelante.
Con el fallecimiento de mis padres hace unos 5 años, cuando
yo solo tenía 15, mi vida empezó a cambiar. De la noche a la mañana tuve que
marcharme de mi pueblo para ir a vivir con mis abuelos. No tuve tiempo de
despedirme de nadie, tan siquiera de decir que me marchaba.
Durante las 3 semanas que viví con mis abuelos, lo único que
hice fue estar encerrado en mi habitación sin hablar con nadie. Ellos tampoco
se esforzaban mucho, dado a que esa era la segunda vez que me veían desde mi
nacimiento.
Después de esas semanas, una tarde mi abuelo entró a mi habitación y tuvimos un pequeña charla en la que puede mostrar mi desacuerdo con el haberme obligado a marchar, y aunque no me lo esperaba para nada, fue
capaz de comprenderme.
Una semana después de esa tarde con mi abuelo, me encontraba
en el coche de vuelta a mi antiguo hogar. Al llegar a la puerta de mi casa vi
que había alguien en el portal. Era ella, la chica con la que había pasado toda
mi vida. Una amiga que jamás me había fallado y que a pesar de todo ahí estaba.
-Hola..- dije preocupado por si estaba enfadada.
-Hola, sabía que volverías.
-Lo siento, no sabía que iba a marcharme y por eso no avisé.
-Lo sé, tus abuelos no te dijeron nada, no te dieron tiempo.
Tranquila está todo bien.
-Gracias, ¿Qué haces aquí?.
-Vengo todos los días desde que marchaste. Sabía que
volverías.
No hicieron falta más palabras, guardé mis cosas y pasamos la
tarde juntos. Me contó los acontecimientos ocurridos en ese tiempo y fuimos a
su casa. Me dejó todos los apuntes y en a penas una semana ya había conseguido
ponerme al día en todos los aspectos, colegio, amigos, amores.. todo. Todo parecía ser normal otra vez, aunque el vacío de mis padres jamás faltaba en mi
corazón.
La tranquilidad no duró demasiado, cuando solo llevaba unas
semanas más o menos en mi pueblo, mi abuela calló muy enferma, se quedó
paralizada de cintura para bajo y eso fue lo que dio más problemas ya que mi
casa era de dos plantas y las habitaciones estaban arriba.
Tuvimos a mi abuela durmiendo en el salón pero las
condiciones no eran muy buenas y el médico recomendó que volvieran a su antigua
casa.
Yo entendía la situación pero no estaba dispuesta ha irme de
nuevo y volver a dejarla. Ella me había esperado una vez, lo había pasada mal
y no quería que volver a pasar por lo mismo.
Las cosas empeoraron y no tuve más remedio que volver a
marchar, pero esta vez fue distinto. Dado que al saberlo, corrí a casa de ella
y pasé toda la tarde a su lado, le expliqué todo y, con mucho dolor, lo comprendió.
Cuando acabó nuestro tiempo para estar juntos en ese último día, cuando ya me
disponía a marcharme, me dijo que me esperara un momento, subió a su casa y
bajó con algo en la mano. Era la pulsera que tantas veces había intentado que
me dejara y jamás lo permitió porque, por alguna razón que yo no conocía, tenía
un valor incalculable para ella.
-Jamás te la había dejado, sabes lo importante que es
para mí y que jamás se la daría a nadie,
pero haré una excepción, no sé cuando te volveré a ver pero quiero que durante
este tiempo la cuides muchísimo y que me prometas que volverás.
-La cuidaré muchísimo, eso no lo dudes, pero no puedo
prometerte que volveré puedo prometerte que lo intentaré pero no que volveré,
no me gusta hacer promesas que no tengo seguro que puedo cumplir.
Se hizo un largo silencio como el del día que volví.
Dos o tres minutos después me marché.
A la mañana siguiente ya estaba en casa de mis abuelos y la
tristeza me invadía más que la primera
vez y hasta el día de hoy sigo en el mismo sitio y mis abuelos ya fallecieron. Mi
abuela al poco tiempo de mudarnos y mi abuelo hará más o menos un año.
Ahora vivo solo y sigo deseando volver a verla y teniendo su
pulsera guardada como el más preciado de mis tesoros y os preguntareis qué hago
aquí escribiendo esto en vez de ir a buscarla de inmediato, pero no todo es tan
fácil. Hace tres semanas que empecé a trabajar, no gano demasiado, pero con lo
que cobre la semana que viene, en acabar el mes, me iré a verla.
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