-Su mujer dió a luz y él mismo fue el encargado notificar a
los jefes para que la dejaran salir, pero las cosas habían cambiado y a menos
que el niño estuviera en peligro de muerte, no habría forma de salir de aquel suburbio
y en ese caso, entonces sería trasladado a un hospital y cuando se recuperara
donado a una familia alemana. Luís estuvo un tiempo sin visitar a su mujer,
estaba acobardado y triste, no quería hacer nada. Yo fui el que entonces visitó
a la chica, por el momento todo parecía ir bien, ella no tenía aparentes
infecciones y aunque el niño lloraba mucho parecía estar sano. Pasaron las
semanas y Luís se vio con fuerzas de visitar a su hijo. Por aquellos entonces
yo ya hacía dos o tres semanas no estaba con él, porque había sido destinado a
otro campo de concentración aún peor.
Al entrar vio a su niño en manos de otra mujer, intentaban darle un
baño, su mujer lloraba en un rincón, sus ojos estaban hundidos y morados, su
piel estaba más pálida que nunca. Intentó hablar con ella, pero no decía palabra. Sus compañeras le
informaron de que llevaba unos días enferma, pero tenían miedo de lo que
podrían hacer con el niño si avisaban a los superiores. Luís les dijo que se
encargaran de mantener al niño con vida y él se encargaría de la mujer. La llevó
hacía la zona hospitalaria donde no quisieron atenderla. Entonces la llevó de
vuelta a su cuarto y unos minutos después regresó cargado de medicamentos para
ella. La mujer mejoró rápidamente pero el niño cada día lloraba más, no se veía
ningún síntoma de enfermedad, pero que llorara tanto incluso al tomarlo en
brazos era algo preocupante. Se veía como rabiada de dolor al tocarlo, incluso
al acariciarlo, lloraba desconsoladamente. Durante los primeros 7 meses de su
vida todos los días fueron así, cada día lloraba más y más, pero a partir del
séptimo mes la cosa empezó a mejorar, empezaba a estar más activo y reía muchas
veces.
Todos estuvieron bien
hasta el cumpleaños del niño, donde todo parecía ir a mejor. Fue entonces
cuando empezaron a dejar salir a gente del campo y en las primeras que salieron
estaba ella, pero al niño lo frenaron, no querían dejar salir a niños, aunque él era muy pequeño, no querían que se
fuera porque sospechaban que aquella mujer no había llegado embarazada allí y
teniendo en cuenta que los hombres estaban alejados solo podría ser hijo de uno
de los militares. Ahí fue cuando mi amigo dio la cara por el niño y la mujer y
ellos dos pudieron salir mientas que a Luís lo condenaron a muerte de
inmediato. Lo mandaron a cambiarse de ropa, a vestir como uno de ellos para
llevarlo a la cámara de gas y ahí fue donde vio su oportunidad al encontrar
ropa de mujer, se cambió y subió junto a las demás en los camiones que las
delvolvían a las ciudades.
Consiguió saber donde estaban su mujer y su hijo y removió
tierra y cielo para llegar hasta ellos y
los encontró, pero no precisamente con alegría. El niño estaba muy enfermo
desde que lo habían metido al camión, cada minuto tenía más fiebre y por mucho
que le hacían no conseguían que le bajara, la criatura temblaba y finalmente se
vio como su débil cuerpo perdía la fuerza y cada vez se veía más apagado hasta
que las pulsaciones de su corazón dejaron de sentirse en el pecho de aquel niño.
Fue entonces cuando Luís reveló su identidad a las mujeres que viajaban en ese
camión. Su mujer sonrió de alegría al verlo, al igual que él, a pesar de la
tristeza que acojía sus corazones ante el fallecimiento de su hijo.
Después de eso vinieron aquí y fue donde encontraron su hogar
y formaron su familia. Al poco tiempo tu abuela y yo dimos con ellos y vinimos
a vivir todos juntos hasta que esta casa se puso en venta y nos vinimos aquí,
el lugar donde nació tu madre y tu tía, y bueno más tarde también tus primos y
tú.
-Abuelo ¿ y mis hijos
nacerán aquí?
-Quien sabe, pero yo estaría muy orgulloso de que así fuera.
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