martes, 3 de septiembre de 2013

Deberes.

El otro día encontré, arreglando los papeles de mi habitación, las redacciones de cuando era una niña. Una de ellas hablaba acerca de si son buenos o no los deberes en verano. Con el paso de los años sigo viéndolos del mismo modo, solo que ahora tengo unos cuantos argumentos más para defender mi opinión.

Aunque muy pesados a menudo, nunca me han desagradado del todo los deberes, al igual que me ha gustado aprender y estudiar, me ha gustado hacer deberes. Pero, muchas veces me he preguntado ¿hasta qué punto son buenos?

Los deberes, esas temidas y odiadas tareas que a todos de niños nos han cansado, aburrido y desesperado, no son tan malos como parecen, solo que, como la mayoría de cosas en la educación, no veo que estén bien planteados.

Para un niño, sentarse cada día del verano a hacer deberes, es un imposición bastante dura de seguir ¿Vacaciones? ¿Descanso?¿Dónde queda eso cuando día a día los niños junto a sus padres, madres, abuelos, abuelas, primos, primas, hermanos, hermanas y otros responsables de los mismos tienen que pasarse dos horas peleando a ver si al final los deberes los hace el niño o quedarán esperando a que se resuelvan por sí solos?

Claro que pienso que los niños deben practicar y repasar lo aprendido durante todo un curso. Pero, en vez de libros de repaso ¿por qué no juego de mesa dónde el niño tenga que resolver los mismos problemas matemáticos o tenga que leer y escribir? o, mejor aún ¿por qué no un juego de ordenador que consista en lo mismo, pero que además, por cada ejercicio resuelto se les premie con un mini juego?

Tengo un claro ejemplo de esto muy cerca con mi sobrina. Aunque hay días que no tiene problema alguno en sentarse a hacer los deberes, hay otros en los que no los hace por nada del mundo. Sin embargo, si le pones un juego interactivo resuelve los problemas y lee y escribe sin pegas, ni aburrimientos.

¿No se supone que los deberes pretenden crear un hábito de estudio? Entonces no sé que hacemos convirtiéndolos en una guerra diaria. Si nos acostumbramos a luchar contra nuestros responsables por no hacer los deberes y éstos nos obligan a las buenas y a las malas a hacerlos, más que un hábito, lo que estamos creando es una obligación que hará que en el momento que las tareas dejen de ser obligatorias dejemos de realizarlas y luego vendrá el problema: de 25 personas en una clase, 22 no tienen hábito de estudio y tan siquiera saben como deben prepararse un examen.

Ayudemos a acabar con esta guerra que parece interminable. Aprender puede llegar a ser muy divertido. Juguemos más con nuestros niños y fomentemos así sus ganas de adquirir nuevos conocimientos.

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